Escuchen la buena nueva
December 2, 2016Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé. Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre.
Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo: una será llevada y la otra será dejada. Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben qué día vendrá su Señor. Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen (Mateo 24:36-44, NVI).
Bienvenidos al Adviento.
Esta es la lección del Evangelio para el primer domingo de Adviento este año. Esta advertencia de Jesús viene después de sus palabras sobre el fin del mundo. El apocalipsis está muy próximo, habrá tribulaciones y el mundo verá el día de la venganza de Dios contra el pecado humano. Qué “alegre”. No encaja del todo con las decoraciones navideñas, los villancicos encantadores y la incesante alegría que ha inundado las tiendas, los comerciales y los medios de comunicación desde el Día del Trabajo.
¿Y qué hay de la advertencia de nuestro Señor para que nos mantengamos despiertos, para que estemos conscientes y siempre vigilantes? No sabemos cuándo ocurrirá. Podríamos quedarnos atrás. Resulta por lo menos agotador estar vigilantes todo el tiempo, todos los días.
¿Cómo se podría pensar que este pasaje de Mateo es una buena nueva, cómo podría ser una buena nueva en esta época del año? ¿Cómo nos ayuda este texto a saber que hemos sido liberados por la gracia de Dios? A mí me suena como una ley. Parece hablar de lo que tenemos que hacer para estar listos ese gran y terrible día, para ser llevados y no ser dejados atrás. ¿Bendito Adviento? ¡Pamplinas!
Este apocalipsis tiene una contraparte secular. Desde hace mucho tiempo, asustamos a los niños para que se porten bien en las semanas previas a la Navidad cantándoles “Santa Claus ha Llegado a la Ciudad”. Ustedes conocen la letra de la canción, la advertencia para que los niños sean alegres, obedientes y estén alertas. Se acerca el día. Y como si eso no fuera suficiente para despertar temor y la posible necesidad de terapia futura en los niños, la canción también habla del espectro del Santa Claus omnisciente: ni dormidos ni despiertos se escapan los niños de su mirada.
Es interesante que la cultura popular pueda dar voz a la teología predominante de mucha gente en nuestras congregaciones. No confiamos en que la gracia prometida por Dios sea real y que sea para nosotros. Así que, llegamos a creer y actuar como si la palabra de Dios no fuera misericordiosa, sino vengativa y severa. A través de esa lente, es imposible ver al Evangelio para el primer domingo de Adviento como el anuncio de que hemos sido liberados por la gracia de Dios.
Pero escuchen la buena nueva. Jesús estaba anunciando el fin del mundo, un mundo esclavizado por el pecado y la muerte, un mundo que cree en un dios que pregunta “¿qué has hecho por mí últimamente?”. Es el día de la venganza de Dios. Y es así como luce la venganza de Dios: un bebé indefenso en un pesebre en Belén, un hombre indefenso en la cruz en las afueras de Jerusalén.
Mateo 24:36-44 es la palabra de la promesa de Dios, un don que nos es dado para que podamos abrirnos, abrir nuestros ojos y nuestras vidas al amor increíble, sorprendente, inconmensurable e íntimo de Dios. Está justo allí delante de nosotros: dos hombres en el campo, dos mujeres moliendo en un molino, en lo ordinario, en lo cotidiano. Dios no quiere que nos lo perdamos. Dios quiere que estemos atentos y lo veamos.
Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Su dirección de correo electrónico es: bishop@elca.org. Esta columna se basa en sus reflexiones para una nueva colección de devocionales de Adviento escritas por Eaton y líderes de la Iglesia Anglicana de Canadá, la Iglesia Evangélica Luterana en Canadá y la Iglesia Episcopal (descargar en elca.org).