Espiritual y religioso
February 27, 2019¿Es la “espiritualidad luterana” una contradicción en términos? Cuando consideramos a Martín Lutero y a los primeros reformadores, pensamos en grandes teólogos, escritores y músicos prolíferos. Conocemos bien el lenguaje sencillo y la comunicación directa de Lutero. Pero… ¿espiritualidad? ¿Lutero un místico? No tanto. Sin embargo, Lutero era una persona profundamente espiritual que a su vez se preocupaba por el bienestar espiritual de sus feligreses.
Lutero fue un monje antes de ser profesor universitario y reformador. Él mismo cuenta que era más monje que todos los demás en su monasterio. Tomaba sus votos seriamente. Él anhelaba a Dios. Luchaba con Dios. Discutía con Dios. Aun mucho antes de llegar a comprender la gracia, Lutero sabía que su vida se encontraba en Dios. Él era espiritual y religioso.
La “espiritualidad” abarca muchas cosas. El historiador de la iglesia y escritor, Martin Marty, dijo una vez: “‘Espiritualidad’ es el código que se usa para expresar todo desde las búsquedas profundas a los cálidos cosquilleos entre los dedos de los pies”.
Como pastora de una parroquia, con frecuencia escuchaba a personas que decían que eran espirituales y no religiosas. Yo sospechaba que esto era una excusa para no ir a la iglesia, pero ahora creo que es más complejo que eso. Somos creados para andar en busca de un significado. Mary Jane Haemig, profesora en el Seminario Lutero, St. Paul, Minn., escribió: “Hoy las personas oyen muchas palabras, pero anhelan palabras auténticas y relaciones auténticas. Se preguntan si pueden confiar en lo que oyen y si pueden confiar en que alguien oirá lo que ellas dicen. Este anhelo de comunicación auténtica es parte del anhelo de una relación. La iglesia puede ayudar a la gente a identificar que este anhelo incluye un anhelo de Dios”.
El artículo de portada de este número trata sobre la oración (pág. 14). Incluso en una sociedad que es cada vez más secular, la mayoría de los norteamericanos practica alguna forma de oración. ¿Qué sucede cuando oramos? ¿Por qué oramos? ¿Cómo debemos orar? ¿Es la oración solamente un montón de palabras dichas al vacío? ¿Es eficaz la oración?
“La entera naturaleza divina se halla total y enteramente en todas las criaturas, más profundamente, más interiormente, más presente que la criatura se halla en sí misma”.
A Lutero no le preocupaban mucho estas preguntas. Le preocupaba más que la gente realmente orara, que estuvieran en comunicación con Dios quien oye las oraciones, nos manda a orar, y por medio del Espíritu nos da las palabras que necesitamos. Él era bastante franco: “Ustedes deben aprender a clamar. No se sienten solos o se acuesten en un diván, colgando y sacudiendo la cabeza. No se destruyan a sí mismos con sus propios pensamientos de preocupación. No se esfuercen ni luchen por liberarse ustedes mismos, y no le den muchas vueltas a su propio infortunio, sufrimiento, y miseria. Díganse a sí mismos: ‘¡Vamos, holgazán; arrodíllate, y levanta tus ojos y tus manos al cielo!’”
Para Lutero, Dios era real, y este Dios real quiere que personas reales estén en comunicación real con Dios. No tenemos que preocuparnos por frases elegantes ni por oraciones creativas y originales. No debemos preocuparnos por unir las manos, o levantar las manos, o pararnos, o arrodillarnos. No se trata de la técnica. La oración tiene que ver con la relación con Dios. Dios nos ha creado para Dios mismo, y separados de esta relación no estamos completos.
Y es aquí que esta luterana comenzó a entender y resistir y, en forma imperfecta, llegar a conocer y confiar en Dios con más profundidad. En mí hay un poquito de obstinación. Me gusta ser la que manda. Quiero establecer las condiciones reguladoras del compromiso. Decido cuándo Dios puede entrar. Pero esta es la verdad: Dios está presente ahora y siempre.
Lutero escribió: “La entera naturaleza divina se halla total y enteramente en todas las criaturas, más profundamente, más interiormente, más presente que la criatura se halla en sí misma”. Esto como que hace que la resistencia no tenga sentido.
La oración es una invitación al amor divino. La oración es Dios buscándonos a nosotros. En la búsqueda de Dios, en el hablar y oír de Dios nos encontramos a nosotros mismos.
Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Su correo electrónico: bishop@elca.org.