Un acto profundamente espiritual
June 4, 2021La iglesia de Corinto del siglo I debe haber sido un lugar vivaz. Sus miembros eran competitivos, celosos, estaban divididos en facciones y eran litigiosos. La congregación era diversa. Había judíos y gentiles, ricos y pobres, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, los nuevos en la fe y los que tenían más madurez.
Pablo pasó más de 18 meses estableciendo la iglesia de Corinto. Trabajó y vivió con estas personas, y las amaba. Pablo quería que conocieran a Cristo resucitado y la vida de amor y libertad que se encuentra en Cristo.
Si bien los corintios eran entusiastas, no eran muy disciplinados. Discutían acerca de quiénes de ellos tenían el pedigrí espiritual superior: los bautizados por Pablo o los bautizados por Apolos. Se llevaban unos a otrosa los tribunales. Y cuando se reunían para la Cena del Señor —ni decentemente ni en orden, Pablo les escribió: “De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan” (1 Corintios 11:20-21).
En su ascensión, Jesús dijo a sus discípulos: “cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:8). La iglesia deJerusalén fue la base del movimiento cristiano. Se convirtió en la madre de las iglesias fundadas por los apóstoles en todo el mundo.
En el Concilio de Jerusalén se había tomado la decisión de acogera los gentiles en el camino de Jesús. Esta fue una decisión difícil y de importancia vital. No fue universalmente aceptada por todos. Y los santos en Jerusalén atravesaban momentos difíciles. El hambre amenazaba la ciudad. Pablo organizó una campaña masiva de mayordomía entre las iglesias gentiles para enviar ayuda a la iglesia de Jerusalén.
Pablo habría sido muy bueno como oficial de desarrollo. Instó a los creyentes a dar generosa y alegremente. Los preparó para competir entre sí para ver qué iglesia podía ser más generosa. Los entusiastas corintios brincaron ante la oportunidad, especialmente si podían dar más que los macedonios. Pero su falta de disciplina era más fuerte que su celo, y su campaña de mayordomía comenzó a flaquear.
Pablo no iba a aceptar eso. En su segunda carta a los corintios, expuso la base espiritual del dar: se trataba de abrir el yo y la comunidad, se trataba de glorificar a Dios, era una nueva forma de pensar acerca de la suficiencia.
“Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes” (2 Corintios 9:8).
El concepto de suficiencia ha cambiado a lo largo de los siglos. En la filosofía cínica y estoica, se alcanzaba la verdadera autosuficiencia cuando una persona se volvía completamente independiente, sin necesidad de nada ni de nadie más. Para el tiempo en que Pablo escribió a la iglesia de Corinto, autosuficiencia significaba no sólo tener suficiente para uno mismo, sino tener suficiente para regalar a los demás. Una persona podía tener toda la riqueza, el poder y el estatus del mundo, pero si no compartía con los demás, esa persona no era autosuficiente. Compare al joven rico que no pudo regalar nada con la pobre viuda que lo dio todo. El joven rico se fue afligido. La viuda dio libremente.
La mayordomía es un acto profundamente espiritual. Nos aleja de nosotros mismos y nos acerca al prójimo necesitado. Glorifica a Dios. Nos da libertad de la riqueza y el estatus. Nos abre las manos y los corazones. Nos permite descansar en la promesa de la abundancia de Dios. Nos convertimos en dadores alegres.
Un mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Su dirección de correo electrónico es bishop@elca.org.